sábado, 20 de junio de 2015

La miro de reojo. Ella es tan salvaje, tiene esa belleza natural, simple y cautivadora que siempre va a estar con ella. La brisa mueve su pelo e inmediatamente se lo ata. Ella no da vueltas ni siquiera en ese sentido, no le interesa como se ve, como la ve la gente y así, siendo como es, atrae todas las miradas sin proponérselo. Vuelvo la vista al paisaje, a ese lago que siempre me cautivo, como Pilar, sin querer, sin intentarlo. Las ultimas hojas que cayeron de los árboles se amontonan en la orilla. No puedo evitar pensar que cuando esas hojas no estén mas, cuando otras pueblen las ramas de esos arboles que ahora están desnudos, ella ya no va a estar, y probablemente no la vuelva a ver.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario